Parashat Koraj

11 junio, 2021

Parashat Koraj

“No codicies la casa de tu prójimo… ni nada que le pertenezca a tu prójimo”. Este pasuk (Shemot 20:14) es el tema central de esta parashá de sefer Bamidbar. Desde un principio vemos como Koraj, primo de Moshé y Aarón, se reúne con Datán, Abiram, On y Pelet para intentar removerlos del liderazgo de Israel. Sin embargo, pareciera ser que no es solamente envidia la causa de la caída final de Koraj. En su acusación a Moshé, Koraj dice claramente “!¡Suficiente de ustedes! Toda esta congregación es santa, toda ella, y Adonai está en ellos. ¿Por qué entonces se elevan ustedes por sobre la congregación de D’s?”. Esta declaración que parece gratuita en su formulación, tiene un fundamento en la parashá de Kedoshim, en sefer Vaikrá, donde dice “… santos seréis, porque YO, ADONAI, SOY SANTO”. En una mirada puramente lógica, Kóraj tiene razón, si Israel es considerado una congregación santa por la elección de D’s, eso significaría que Koraj tiene razón, y por lo tanto, cualquiera podría liderar. 

Sin embargo, nuestra tradición nos enseña que hubo también una elección Divina no sólo al elegir a Israel, sino que al escoger a su líder. En Shemot 3:2, la Torá nos enseña que el ángel de D’s  se presenta ante Moshé por medio de una zarza… no en el más alto de los árboles. Del mismo modo, D’s escoge a Moshé como líder, un pastor y no a un príncipe, y revela Su Torá a Israel en Sinaí, en el desierto, y no en un monte florido en un campo verde. También nos enseña el Midrash que D’s escogió a Moshé como líder por su preocupación por un simple cabrito, de modo que con mayor razón se preocuparía de otros seres humanos. De ese modo, la virtud de la humildad que enseña la Torá, solamente podía ser recibida y difundida por alguien que tuviera ya la suficiente humildad como para enseñar con el ejemplo. Nadie puede enseñar humildad con arrogancia.

Entonces, si volvemos al episodio de Koraj, podemos entender que si bien tenía razón desde una mirada lógica, falló en ver un detalle: Israel fue elegido para recibir la Torá y vivir por ella, incluyendo la virtud de la humildad, y por ello es que la Torá fue entregada de modo humilde al humilde Moshé. No somos un pueblo santo solo porque se nos eligió. La santidad se persigue como una meta de la cual sabemos que nunca vamos a alcanzar, cada quién a su propio progreso en la búsqueda de esa santidad. Cada día debemos ser capaces de desprendernos de nuestro ego si deseamos crear un espacio para que la Torá pueda enseñarnos. Koraj, por el contrario, hace gala de arrogancia y dice “No más de ustedes, todos somos santos”, olvidando que para ser santo se debe primero recibir la Torá revelada por D’s, la cual solo se puede recibir en un corazón que esté vacío como el desierto y no lleno de ego, alejado de todo, como Sinaí, sin adornos y sin elevarse como la zarza. 

Esa arrogancia de Kóraj, que lo lleva a envidiar a Moshé y a considerarse más elevado que el resto de las naciones y con mayor derecho a establecerse como líder de Israel, nos presenta su discurso como el de un mentiroso, quien desea pronunciar un “todos somos santos”, pero que su intención está puesta en él mismo elevarse por sobre los demás, algo que los psicólogos llaman proyección. Y es ese deseo de elevación lo que lo lleva a hundirse en las profundidades de la tierra, como una enseñanza de que por sobre todos los hombres se encuentra solamente D’s, y que si alguien pareciera estar por sobre el resto, es no solo un engaño de la mente limitada que malinterpreta la realidad, sino que esa llamada grandeza se ve en el ser humano ocurre solamente cuando se permite vaciarnos de nosotros mismos y permitir que D’s ingrese en nosotros.

 

Daniel Aarón Cuper S.

Seminarista Templo Bet-Jai