{"id":15426,"date":"2020-10-01T23:47:36","date_gmt":"2020-10-02T02:47:36","guid":{"rendered":"http:\/\/www.natangesang.edu.ar\/?p=15426"},"modified":"2020-10-01T23:47:36","modified_gmt":"2020-10-02T02:47:36","slug":"koraj-2-2-2-2-2-2-2-2-2-2-2-2-2-2","status":"publish","type":"post","link":"https:\/\/www.natangesang.edu.ar\/koraj-2-2-2-2-2-2-2-2-2-2-2-2-2-2\/","title":{"rendered":"Sucot 5781"},"content":{"rendered":"

Sucot<\/strong><\/h2>\n

El famoso escritor Oscar Wilde, que vivi\u00f3 en Londres y Par\u00eds a finales del siglo XIX, escribi\u00f3 muchas historias,
\ncuentos y novelas, algunos de ellos para ni\u00f1os.
\nEl nombre de uno de sus cuentos, que recientemente vino a mi memoria es \u201cEl gigante ego\u00edsta\u201d. Recuerdo esta
\nhistoria como una de las primeras historias que le\u00ed en mi infancia. \u00bfConocen el cuento?
\nLes resumo el cuento para los que no lo tienen muy presente:
\nTodas las tardes, despu\u00e9s de la escuela, los ni\u00f1os iban a jugar en el jard\u00edn del gigante mientras \u00e9l se encontraba
\nde viaje. Los ni\u00f1os estaban muy contentos en el jard\u00edn, porque en \u00e9l crec\u00edan muchos \u00e1rboles frutales y flores.
\nDespu\u00e9s de un largo viaje, el gigante regres\u00f3 a su hogar y descubri\u00f3 a los ni\u00f1os jugando en su jard\u00edn y los ech\u00f3.
\nLuego \u00e9l gigante construy\u00f3 un muro alto y puso un cartel prohibiendo la entrada a su jard\u00edn. Los ni\u00f1os estaban
\nmuy tristes y andaban alrededor del jard\u00edn, a\u00f1orando los d\u00edas en que hab\u00edan jugado en \u00e9l.
\nMientras tanto, lleg\u00f3 la primavera y todos los jardines florecieron, menos el jard\u00edn del gigante, donde la primavera
\nse neg\u00f3 a venir y la nieve cubri\u00f3 todo. El gigante no entend\u00eda por qu\u00e9 su jard\u00edn no florec\u00eda, y por qu\u00e9 en su jard\u00edn
\nera invierno todo el a\u00f1o.
\nPasaron los d\u00edas y una ma\u00f1ana el gigante oy\u00f3 el canto de los p\u00e1jaros. \u00bfPodr\u00eda haber florecido su jard\u00edn? Mir\u00f3 por
\nla ventana y se dio cuenta de que hab\u00eda llegado la primavera. \u00bfC\u00f3mo fue? \u00bfQu\u00e9 pas\u00f3? Los ni\u00f1os hab\u00edan hecho
\nun agujero en el muro y hab\u00edan entrado en el jard\u00edn. El gigante entendi\u00f3 entonces que, no solamente hab\u00eda sido
\nmuy ego\u00edsta, si no qu\u00e9 importante era la presencia de sus vecinos, en este caso, los ni\u00f1os, para tener alegr\u00eda y
\ncolor nuevamente en su vida. Entonces, destruy\u00f3 el muro y permiti\u00f3 a los ni\u00f1os volver a jugar en su jard\u00edn.
\nLa historia contin\u00faa, pero, deteng\u00e1monos, ac\u00e1 por ahora.
\nLa historia cuenta c\u00f3mo el gigante cre\u00eda que era la mejor manera de cuidar su casa, su jard\u00edn.
\nEl gigante decidi\u00f3 construir un muro alto para evitar as\u00ed que alguien se acerque a su hogar, o pise el pasto o
\nle ensucie su casa; y de paso, continuar manteniendo su reputaci\u00f3n de gigante fuerte. Todos le temer\u00edan al
\npoderoso gigante. Sin embargo, el precio que pag\u00f3 por excluir a los otros fue muy alto: un largo y penoso
\ninvierno.
\nSin embargo, s\u00f3lo la presencia de otros permite que la primavera venga y que las flores y los \u00e1rboles florezcan.
\nS\u00f3lo los ni\u00f1os corriendo en el jard\u00edn hacen florecer el jard\u00edn del gigante.
\nEl jard\u00edn en nuestra historia es nuestra casa, nuestra congregaci\u00f3n, y cada uno de nosotros.<\/p>\n

Es cierto, al permitir que otras personas entren en nuestras vidas, en nuestro mundo, en nuestra rutina diaria,
\ncorremos el riesgo de perder la privacidad, de no ser capaz de establecer l\u00edmites claros y precisos, de perder el
\ncontrol y el poder.
\nSin embargo, si cerramos las puertas, si nos cerramos a los dem\u00e1s, si decimos: \u201cno necesito a los de afuera\u201d,
\ntransformamos nuestro hogar, nuestra congregaci\u00f3n, y nuestras vidas en un interminable invierno en que nada
\npuede florecer. El abrirse al \u201cotro\u201d, nos enriquece, nos permite tener distintas miradas sobre un mismo tema,
\ny por qu\u00e9 no? quiz\u00e1s mejorar la propia mirada. Esa apertura a escuchar al otro y a compartir con el otro nos
\npermite crecer no s\u00f3lo como individuos si no en nuestras relaciones en los distintos \u00e1mbitos: familiar, laboral,
\ncultural, social, incluyendo nuestras congregaciones. Reconociendo que no puedo controlar a todos y todo, todo
\nel tiempo podremos crecer como personas en sociedad, a trav\u00e9s de la interacci\u00f3n con los dem\u00e1s.
\nSi queremos que nuestro jard\u00edn florezca, tenemos que ir a buscar a las personas que est\u00e1n esperando all\u00e1 fuera,
\ntenemos que ponernos en contacto con ellos. Debemos derribar los muros y construir puentes. Tampoco es
\nsuficiente que otras personas est\u00e9n all\u00ed para nosotros; debemos llegar a ellos. Si quiero que mi jard\u00edn florezca,
\nnecesito aprender a perdonar, a ser capaz de ver el lado bueno en los otros, y extender mis brazos en actitud
\nreconciliadora.
\nEl rabino Levi Itzjac de Berdichev sol\u00eda invitar a todos a su suc\u00e1, sin hacer distinciones, ni considerar el nivel social
\no cultural de sus hu\u00e9spedes. Cuando alguien le cuestion\u00f3 su actitud, el Rabino respondi\u00f3: \u201cCuando en el cielo,
\nDios construya una suc\u00e1 para los justos y piadosos, y la presencia divina, presida la mesa, yo, Lev\u00ed Itzjak, querr\u00e9
\nentrar, y se me preguntara, \u201c\u00bfCu\u00e1l es tu m\u00e9rito para ser contados entre los justos?\u201d, entonces responder\u00e9: \u201cMi
\nsuc\u00e1 siempre estaba abierta a todo el mundo y nunca hice distinciones.\u201d
\nLa suc\u00e1, con sus fr\u00e1giles paredes y su puerta siempre abierta nos invita a abrir nuestro coraz\u00f3n a los dem\u00e1s. La
\nsuc\u00e1 nos invita a compartir nuestra comida, nuestro techo, nuestro esp\u00edritu.
\nLa fuerza de una congregaci\u00f3n no radica en sus paredes, en sus cercas, o en sus ladrillos, sino en su gente, en \u201csus
\nrecursos humanos\u201d. Sucot nos recuerda que aunque nuestro techo sea fr\u00e1gil, aunque el viento pueda derribar
\nlos muros de nuestra endeble casita, aunque todo sea \u201cvanidad de vanidades,\u201d los puentes que construimos en
\nlas relaciones con los otros pueden durar para siempre.
\nQue Dios nos bendiga para que podamos prosperar en nuestro jard\u00edn.
\nRabino Manes Kogan<\/strong>
\nCentro Jud\u00edo Hillcrest, New York<\/strong><\/p>\n

El rabino Manes Kogan naci\u00f3 en Buenos Aires, Argentina. Es Licenciado en Psicolog\u00eda
\nde la Universidad de Buenos Aires y posee una Maestr\u00eda en Educaci\u00f3n Jud\u00eda de la
\nUniversidad Hebrea de Jerusal\u00e9n. Recibi\u00f3 su ordenaci\u00f3n rab\u00ednica en el Seminario Rab\u00ednico
\nLatinoamericano Marshall T. Meyer. El rabino Kogan es miembro rab\u00ednico senior del
\nInstituto Shalom Hartman en Jerusal\u00e9n. El rabino Kogan sirvi\u00f3 como el l\u00edder espiritual de la
\ncongregaci\u00f3n Beth Israel Congregation en Roanoke, Virginia. Actualmente es el rabino del
\nCentro Jud\u00edo Hillcrest en New York. Vive con su esposa, Silvia, y sus tres hijos, Daniela, Ilan
\ny Abigail.<\/p>\n<\/div>

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