Resumen Parashat Vaetjanán

14 agosto, 2019

Parashat Vaetjanán – Rab Silvana Kandel Lamdan

Nuestra Parasha, Vaetjanan, abunda en temas y situaciones. Contiene dos de los pilares fundamentales en los que se sostiene casi toda la religión judía: los Diez Mandamientos y el Shema Israel. Sin embargo, la Parasha no debe su nombre a lo celestial y trascendente que hay en ella sino a lo más profundamente humano que contiene. La palabra ‘Vaetjanan’ quiere decir «rogó, imploró». El pueblo de Israel ha llegado a las costas del rió Jordan después de 40 años de vagar en el desierto, y está a punto de entrar a la tierra de la que tanto ha escuchado hablar. Comenzando el relato aparece Moshe, en un desgarrador pedido a Dios para que lo deje entrar a aquella tierra a cuyo sueño había consagrado toda su vida.

Este es un Shabat especial, ya que es el Shabat que sucede a Tishá ve Av. Hay algunos shabatot que además de llevar el nombre de la Parasha que en él se lee, llevan el nombre de su Haftara. Este es el caso del Shabat pasado, denominado «Shabat Jazón» (Shabat de visión), porque su Haftara relata la dura visión del profeta Ieshahiahu: «…Vuestro país es desolación, vuestras ciudades están calcinadas por el fuego; vuestra tierra delante de vosotros, los extraños la consumen, y es desolación, como arrasada por corrientes…» (Ieshahiahu 1;7).

Este es también el caso de este shabat, llamado también «shabat Najamu» (Shabat de Consuelo), ya que su Haftará comienza con las palabras «Najamu, Najamu Ami –Consolad, consolad a mi pueblo, dice vuestro Dios. Reconfortad el corazón de Ierushalaim y proclamadle: que ya se ha cumplido su tiempo, que ya se ha completado su castigo» (Ieshaiahu 40; 1).

Estos dos Shabatot, con Tisha ve Av en el medio nos dejan una gran enseñanza. Dos formas totalmente diferentes de enfrentarnos con las desgracias. En Shabat Jazón, el profeta Ieshaiahu nos relata una visión: si el pueblo de Israel no vuelve al camino del bien, sobre el vendrá la destrucción (simbolizados por Tisha ve Av, fecha que reúne todas las desgracias ocurridas a Israel en el transcurso de la historia). La lectura natural de este texto es, ante la pregunta: ¿cuál fue la visión de Ieshaiahu? Responder: el profeta anticipó la destrucción. Sin embargo, yo propongo otra cosa: que lo que vio Ieshahiahu no fue la destrucción sino el posterior consuelo. Dicen nuestros sabios: «Eizehu jajam? Haroe et Hanolad- Quién es sabio? Aquel que sabe ver lo que vendrá». Para la tradición judía, sabio es quien tiene la capacidad de trascender los límites de la angustia actual y posar sus ojos y su corazón en el consuelo que sucede al sufrimiento.

Tres son para la tradición las semanas de malos augurios contados en las Haftarot, y siete las de esperanza y resurgimiento, y esa debe ser también la proporción en nuestra vida. Nosotros, seres limitados y finitos, no podemos evitar todo el sufrimiento –aunque sí gran parte de él-. La destrucción y la muerte existen, y en algún momento tocan a todos, esa es la naturaleza del hombre. Sin embargo, el judaísmo nos propone en estos shabatot una forma de sobrellevar el sufrimiento, y un lugar de donde sacar la fuerza para seguir adelante, incluso en los peores momentos: la fe y la esperanza en que muy pronto llegará el consuelo. Esa es la verdadera visión de un profeta: no anticipar la desgracia, sino anticipar el consuelo. Traspasar en espíritu el mal momento hasta alcanzar nuevamente la tranquilidad. Es sabio quien sabe que del otro lado del rió esta la otra orilla, y con esa convicción nada con todas sus fuerzas para llegar nuevamente a tierra firme. Esa persona es sabia porque sabe que a pesar de toda la angustia del momento, la lucha lo hará sortear la corriente y salir fortalecido. Y ahí es donde aparece el compromiso.

En este Shabat volvemos a leer los Diez Mandamientos. «Yo soy Adonai, tu Dios, que te ha sacado de la tierra de Egipto de la casa de la servidumbre». En este primer Mandamiento, Dios se presenta al pueblo, no como el creador del mundo sino como el redentor personal («tu Dios», «que te saco a vos). Pero, cual es acá el mandamiento? No se trata solamente de una presentación? No. Esta primera frase, no solo es un mandamiento sino que es uno de los imperativos más fuertes de toda la Tora: El imperativo de no olvidar que fuiste esclavo en Egipto. Por que la Tora se empeña en recordarnos todo el tiempo que fuimos esclavos en Egipto? Porque como dice el filósofo J. S. Mill, la única forma de despertar el sentimiento moral en el hombre es ponerlo en contacto con el sufrimiento. Es nuestra obligación recordar que fuimos esclavos, que nos destruyeron la casa y el templo, que fuimos dispersados, expulsados, maltratados y matados durante miles de años, no para utilizar la historia como legitimación de un papel de víctimas, como lamentablemente hacen muchos judíos, sino para asumir el compromiso como pueblo de no permitir que nada de eso le ocurra a ninguna sociedad ni a ningún otro ser humano otra vez. Y debemos comenzar ahora, en Shabat Najamu, después de Tisha ve Av, después de la destrucción, al pasar del duelo al consuelo y del consuelo a la renovación – para no «envejecer en la tierra –Venoshantem (Dvarim 4,25)», para que nuestro judaísmo no deje de ser relevante, actual, desafiante y comprometido.

Shabat Shalom