Parashat Bamidbar

22 mayo, 2020

Parashat Bamidbar – Rabino Pablo Gabe

La Parashá de esta semana inaugura el cuarto libro de la Torá, llamado Bemidbar. La sección de esta semana recibe el mismo nombre, traducido al castellano como números. Cabe recordar en esta oportunidad, que el nombre de cada libro de la Torá tiene un significado en especial. El nombre hebreo que recibe hace referencia a la primera o a las primeras palabras con la que el mismo comienza. Sin embargo, el nombre en español es una suerte de referencia a la temática que contiene. En el caso de esta Parashá y del Sefer Bemidbar (Números) en especial, son las reiteradas oportunidades en la que Dios lleva a cabo un censo en el pueblo.

En esta semana, nos hablará acerca del censo de la población que realiza Moshé, por orden de D’s, proyectado a una edad específica. El objetivo era contabilizar a todos aquellos hombres mayores de 20 años. Ellos eran los que estaban capacitados para ir a una hipotética guerra.

La contabilidad se llevaba a cabo, dividiendo las diferentes tribus que conformaban el pueblo. Cada tribu censaba a su población, y luego se llevaba a cabo la suma total de cada una.

Por otra parte, en esta Parashá encontramos la ordenación de los Kohanim (Sacerdotes) y Levihim (Levitas) como responsables del trabajo vinculado con el culto y el santuario. El comienzo del capítulo 3, nos introduce en el tema:

“Estas son las generaciones de Aharón y Moshé en el día en el que había hablado Ad’ a Moshé en el Monte Sinaí. Y estos son los nombres de los hijos de Aharón: el primogénito Nadab y Abihú, Eleazar e Itamar” (Números 3:1-2).

Lo que nos llama la atención es que los hijos de Moshé no aparecen en todo el capítulo, cuando deberían aparecer, ya que la Torá nos hablará de las generaciones de Aharón y Moshé. Si se nos menciona a las generaciones de Moshé y de Aharón, pero los hijos mencionados son solo los de éste último, ¿Dónde están los hijos de Moshé?  

Moshé no proporcionó a sus hijos ningún cargo específico dentro del sacerdocio. Permitió que se entremezclen con los demás integrantes del pueblo. La grandeza de Moshé radica en que, siendo el líder absoluto del pueblo, podría haber “acomodado” a sus hijos en algún puesto jerárquico. Pero no, les dio la libertad de ser ellos mismos. No los cargó de responsabilidad, ni los acomodó en las altas esferas.

¿Cuántas veces hemos visto personas que llegan a determinados escalafones de alguna estructura burocrática, simplemente por ser “portador de apellido”? “Palancas”, “acomodos”, “contactos”. Estas escaleras a la fama adquieren diversos nombres. Existe una diferencia muy grande entre crecer y trepar.

Crecemos, paso por paso y por nuestros propios méritos. Trepamos, con el impulso de otros, pisando cabezas.

Procuremos que el crecimiento sea algo meritorio, de cada uno de nosotros. Todos tenemos esa llama dentro nuestro que nos hace únicos. Dios nos ayude a encontrarla, y poder encontrar nuestro camino en la vida.

Shabbat Shalom