Resumen Parashat Jukat

19 junio, 2018

Jukat (FRAGMENTOS)

En Parashat Jukat, luego de narrarse la muerte de Miriam la profetisa, hermana de Moshé, se nos introduce un conocido episodio en el cual el pueblo y sus líderes se quejan ante Dios por la falta de agua. Por la yuxtaposición de ambos episodios (la muerte de Miriam y la falta de agua), Rashi enseña que el pozo de agua que acompañaba al pueblo a lo largo de toda la travesía por el desierto había sido dado como recompensa por el mérito de Miriam. Una vez que Miriam dejó de existir, con ella se extinguió también el pozo del cual los Israelitas bebían durante su paso por el desierto.
Cabe entonces preguntarse, ¿cuál es entonces el mérito de Miriam, que hizo que el pueblo fuera merecedor gracias a ella de tener un tesoro tan preciado como es el agua en el desierto?
Miriam es también quien al son de los panderos y con alegres danzas celebra el paso del pueblo de Israel a través del Mar Rojo, entonando la canción de la Redención que hasta el día de hoy cantamos.
Dos cosas hay en común en estas historias, la capacidad para dominar la palabra (callando, calmando el llanto y cantando) y la presencia del agua (el Nilo, el medio acuoso del que los bebés vienen y el Mar Rojo). El agua es en nuestra tradición identificada como un símbolo, que representa a la Torá, manantial eterno de sabiduría espiritual en nuestra tradición. Podríamos, siguiendo con esa metáfora, decir entonces que es con la creatividad y la paciencia traducida en palabras que Miriam se encuentra con el agua, ahora entendida como Torá.
Es entonces que Dios le dice a Moshé que de una roca que está frente a él va a salir el agua. En otras palabras, Dios le quiere mostrar a Moshé que no es de Miriam que el agua salía sino de la capacidad de ella de dominar la palabra. Por eso Dios lo invita a Moshé a que le hable a la roca. Desconfiado del poder de la palabra calma y paciente, Moshé elige golpear a la roca, que de todos modos entrega agua, pero que le cuesta al líder un penoso castigo. Moshé no comprendió que la palabra mansa y respetuosa de Miriam era el origen de la sabiduría.
Quien si entiende el mensaje y la sabiduría de Miriam es el pueblo, que al ver que el agua brota de la roca no hace otra cosa que volver a cantar, como Miriam les había enseñado. Solo con el canto, con la palabra calma y paciente, y -por qué no- con el silencio que es escucha, se puede beber del manantial eterno e infinito de las aguas de la Torá. El grito, la queja y los golpes, aun cuando estén en boca de aquellos que no dominan la palabra, sino que la usan para dominar a otros; solo trae más sed.
Que esta parashá nos inspire a trabajar el don de la palabra que construye, para que con ella podamos beber de los Ma’inei HaYeshuá, los manantiales de la redención.
Shabbat Shalom

Rab Guido Cohen