Resumen Parashat Vaiejí

19 diciembre, 2018

Parashat Vaiejí – Rab. Uriel Romano (fragmentos)

El primero que bendijo a los hijos fue un abuelo. Así son las extrañas paradojas de la historia judía. Yaakov se encontraba enfermo y sabía que pronto moriría pero antes decide bendecir a toda su descendencia, antes de bendecir a sus doce hijos varones decide bendecir a los dos hijos de Yosef: Efraim y Menashé. Y esta fue su bendición para los jóvenes: “Por ti bendecirá Israel, diciendo: Que Dios te haga como Efraín y Manasés.” (Gen. 48:20).

Cada viernes por la noche, y en la víspera de Iom Kippur, los padres reposan las manos sobre sus hijos regalándoles estas palabras conjuntamente con la bendición sacerdotal (ver. Números 6:22-25). Si reconocemos a la Biblia como un libro histórico (o con cierto asidero histórico) este relato sucedió hace unos 3600 años. La segunda paradoja de toda esta historia es que la “bendición para los hijos” (Birkat HaBanim) solo se institucionalizó y popularizó en el judaísmo, de la forma en la cual hoy la conocemos, a partir de la segunda mitad del siglo XVII. Hace menos de 400 años. En la historia judía esta es una “tradición” moderna.

Si bien la costumbre como la conocemos tiene unos 400 años nada más (y nada menos) la costumbre de bendecir utilizando la frase de Yaakov “Iesimja Elohim KeEfraim vejiMenashe” tiene miles de años.

Hace miles de años que los judíos nos bendecimos mutuamente rogándole a Dios que nos haga “como Efraim y Menashé”. ¿Qué tienen de especial los dos hijos de Yosef para ser el ejemplo a seguir y estar presentes en cada bendición? El Netziv (Lituania, XIX) es el primero de los comentaristas modernos que trata de resolver esta pregunta (los comentaristas clásicos no analizan este asunto ya que no existía este ritual en sus días)  y nos dice que si bien Yaakov tenía muchos nietos ninguno era tan especial como Efraim y Menashé. Efraim era, según el Netziv, un sabio en Torá y muy apegado a Dios. Menashé era un hombre de mundo pero que se ocupaba siempre de las necesidades del pueblo de Israel. Quizás la bendición sea imitar las cualidades éticas y morales de estos dos personajes poco estudiados y -más allá de la bendición esta en particular- poco recordados de nuestra tradición.

Algunos otros maestros contemporáneos sugieren que la bendición cita a estos dos hermanos ya que son los primeros hermanos en todo el Génesis sobre los cuales no escuchamos pelea alguna (e incluso luego de que Yaakov invierte la primogenitura y la bendición entre ellos no hay registros de pelea alguna entre los hermanos). Quizás la bendición sea el deseo de todo padre de que sus hijos se comporten como verdaderos hermanos y que respondan positivamente a la pregunta retórica que Caín le hace a Dios: ¿Acaso soy el guardian de mi hermano?

Otros sugieren incluso que en la bendición citamos a Efraim y a Menashé porque fueron los primeros dos judíos en nacer en un entorno gentil. Todo el pueblo de Israel vivía en Canaan excepto la familia de Iosef. Efraim y Menashé podrían haber relegado su judeidad pero aún en un ambiente gentil mantuvieron su identidad. El Midrash incluso nos dice que se vestían como egipcios pero en su interior mantenían su fe en Dios y vivían su vida como judíos plenos. Quizás esta sea la bendición más importante que podemos compartir con nuestros hijos. Para aquellos judíos que decidimos vivir en la diáspora como minoría debemos inspirar y rezar porque nuestros hijos sean como Efraim y Menashé. De seguro se vestirán como el resto de los jóvenes de su generación, escucharán la misma música, mirarán las mismas películas, hablarán la misma lengua (y así debe ser!); sin embargo en su interior, y en su día a día, estarán orgullosos de ser parte del pueblo de Israel. La fe y las prácticas cotidianas, el amor y la pasión, son los que permitirán al pueblo de Israel seguir bendiciendo cada Shabbat a sus hijos por los próximos 3600 años.

“Iesimjá Elohim KeEfraim veJi Menashé – Isimej Elohim KeSará, Rivká, Rajel VeLeah”

¡Shabat Shalom!