PARASHAT VAIETZÉ

30 noviembre, 2022

Leí hace un tiempo que en el año 1922 el Tesoro de los Estado Unidos cometió un vergonzoso error. A la hora de acuñar sus monedas, en lugar de estampar el lema que acompaña a cada billete y a cada moneda americana desde sus comienzos (In G-d we trust, Creemos en Di-s), grabaron la consigna ‘In GOLD we trust’ (Creemos en el oro). Este acto fallido no hace más que expresar un signo de nuestros tiempos: el amor por el dinero muy por encima del amor por Di-s.

 

Nuestra tradición enseña que estas alternativas son casi excluyentes. O se cree en Di-s, o se cree en el oro.

 

En la Parashá de esta semana, vamos a leer acerca del célebre sueño de la escalera de Iaakov. Entre las tantas interpretaciones que se le han dado a este sueño hay una muy curiosa e interesante que hoy deseo compartir con ustedes. El Midrash nos cuenta que Di-s mostró en este sueño a dos de sus descendientes: uno fue Moshé, que subió hasta el mismísimo Cielo y el otro fue Koraj que –literalmente- fue tragado por la tierra.

 

¿Por qué justamente Di-s muestra en este sueño a Moshé y a Koraj?

Los dos fueron hombres de fortuna. Uno, Moshé, la consagró al Cielo y llegó a ser padre de todos los Profetas y maestro de todo Israel. El otro, Koraj, la consagró a intereses miserables y terminó siendo tragado por los abismos.

 

Es de destacar que la palabra ‘Sulam’ (Escalera), tiene en hebreo el mismo valor numérico (136) que la palabra ‘Mamón’ (dinero) y la palabra ‘Oni’ (pobreza).

 

Tal es el poder del dinero. Quien lo utiliza como un medio, y lo consagra a fines nobles e invierte en el futuro de sus hijos, y ayuda a los que menos tienen, y promueve el desarrollo de instituciones judías, puede llegar hasta el Cielo. Pero, quien lo utiliza como un fin en sí mismo y lo consagra sólo a satisfacer sus propios apetitos, llega al peldaño más bajo y es ‘Pobre’ aun cuando lo tenga TODO.

 

La auténtica calidad de una persona no se evalúa por lo poco o lo mucho que tenga, sino por el papel que cumplen las posesiones materiales en su vidas. El tema –como siempre- es tener bien en claro en qué se cree: si en G-D o en el GOLD.

Por eso, tengamos siempre en cuenta que el oro alimentó a un becerro, pero también le dio brillo al Beit HaMikdash…¿De qué lado estás?

Rab. Gustavo Surazski