Parashat Shemini

21 abril, 2017

El Centro de la Torá

Uno de los momentos más interesantes de nuestra historia como pueblo, la era del Segundo Templo, tenía entre sus principales actores a los “Sofrim”, que en cierto modo eran los predecesores de nuestros sabios en un momento en el que el poder cambió de sacerdote a los Rabinos.
Aunque hoy, cuando hablamos de un “Sofer” nos referimos a un escriba, traducir la palabra sofer es un poco más complicado que eso. Enterrado en la raíz de esta palabra está la idea ‘sefer’ que significa libro, pero también ‘sipur’ (cuento), y más curioso aún, la palabra española para cifra o cifrar, proviene de la misma raíz semítica ). El Sefer Yetzirah, uno de los textos fundacionales de la Kabbalah, parte precisamente de una referencia a esta relación lingüística entre libro, cuento y cifra
El Talmud, en el tratado Kidushin 30a, nos enseña que estos antiguos Sofrim fueron llamados de esta manera, no porque fueran escribas, sino porque solían contar todas las letras de la Torá. A través de este ejercicio de contar , descubrieron que nuestra Parashá está situada en medio de la Torá. De las 304.805 letras en la Torá, la letra del medio se encuentra en esta Parashá.
En la actualidad, los antiguos Sofrim obviamente no eran muy buenos para contar (o tenían una versión ligeramente diferente del texto), porque hoy, con la ayuda de computadoras, hemos encontrado que sus conclusiones no eran exactas. Incluso en tiempos talmúdicos, ya había algunos rabinos que cuestionaban sus matemáticas.
Aun así, aunque soy consciente de que sus conclusiones no eran técnicamente precisas, considero fascinante lo que los Sofrim encontraron como la palabra media de la Torá. El versículo completo dice:
“Entonces Moisés preguntó por el macho cabrío de la ofrenda por el pecado, y ya había sido quemado. Se enfadó con Eleazar e Itamar, los hijos restantes de Aarón, y dijo: “(Levítico 10:16)
Los Sofrim encuentran el centro de la Torah en la palabra ‘inquired’, que también podría traducirse como ‘cuestionado’ o ‘demandado’, ya que en hebreo se dice ‘darosh drasha’. La raíz hebrea ‘d.r.shsh’ que encontramos en este versículo es la misma usada en otras palabras, como Midrash o Derashah (sermón). En el centro de la Torá está la palabra que se refiere a la actividad más importante que hacen los judíos con el texto bíblico, la interpretación.
A menudo oímos que el pueblo judío es “la gente del libro”, y estamos orgullosos de esto, como si darnos este nombre hubiera sido una invención judía. Puede que se sorprenda al saber que fueron los musulmanes los que nos dieron este apodo. Aparece por primera vez en el tercer capítulo del Corán. Parafraseando a Marc-Alain Ouaknin (El Libro Quemado, 1999), el pueblo judío no es el pueblo del libro, sino el pueblo que es llamado (o condenado) a interpretar ese libro, a comprenderlo, a explicarlo y a ampliar su horizonte de significado.
En respuesta a los que creen que la tradición judía es una reflexión estática de un texto antiguo, los sabios enseñan que el judaísmo es precisamente lo contrario. Es el ejercicio constante y dedicado de la interpretación y la creatividad con respecto a ese texto, que luego deja de ser antiguo y se transforma en eterno.
Es muy común que alguien venga y diga que algo que hacemos (o no hacemos) es ‘incorrecto’ porque la Torá dice lo contrario. Es importante entender que mientras otras religiones se aferran al significado literal del texto al establecer sus prácticas y tradiciones, los judíos siempre han trabajado en el texto en sus diversas interpretaciones para construir un significado que es diferente al literal. Sólo como ejemplo, en nuestras sinagogas comenzamos a contar el Omer desde el segundo día de Pesaj. Este hecho,a veces coincide con un sábado por la noche, pero muchos otros años no lo ha hecho. Dado que el texto de la Torá dice ‘el día después del Shabat’, en tiempos antiguos algunos propusieron que el conteo del Omer debía comenzar siempre un sábado por la noche. Sin embargo, hay años en los que Pesaj cayó y caerá en algún otro día de la semana, y comenzaremos a contar el Omer en la segunda noche, no un sábado por la noche. ¿Por qué lo hacemos de esta manera? Lo hacemos de esta manera porque nuestro pueblo tiene una manera de entender este versículo de una manera no literal; Porque las palabras del Dios vivo toman un dinamismo especial en la tradición judía, y lo que el texto literalmente dice no siempre es lo que significa en un sentido judaico.
De manera similar, nuestros sabios se separaron del significado literal del texto para abolir la pena de muerte, para ser un poco menos represivos con los “hijos rebeldes” y para tener una actitud más amable hacia los extranjeros. Así, las tradiciones liberales han entendido que esta creatividad interpretativa es la herramienta para construir un judaísmo más inclusivo, respetuoso a nuestras diferencias, más moderno y dinámico. Si fuéramos la gente que obedeciera ciegamente la carta del libro, estaríamos apedreando a los hijos rebeldes, haciendo sacrificios e iniciando la cuenta del Omer el sábado por la noche.
Pero en nuestra esencia, en el medio simbólico del texto vital para nuestra civilización, está la idea de una interpretación constante, de una lectura que no es esclava de las palabras, sino que las libera y les da infinitos horizontes de significado.
Darosh, drashah, para preguntar, para interrogar, para interpretar; Este es el significado de la palabra en el centro de nuestra Torá, en el corazón de nuestro texto sagrado, quizás no porque esté exactamente en su centro, sino porque en esta palabra encontramos la esencia del judaísmo.
Shabat shalom
Rabino Guido Cohen
Asociación Israelita Montefiore Bogota Colombia