Parashat Miketz

2 diciembre, 2021

 

Quien haya visto la primera temporada de hayehudim baim, recordará aquella parodia de Yosef, en la que todos lo detestaban por su arrogancia por causa de sus sueños. Quien no la haya visto, vale la pena verla. 

Tradicionalmente, a Yosef, nuestro pueblo lo reconoce como “hatzadik”, el justo. La pregunta que deberíamos hacernos es: ¿Cuándo y por qué se ganó el título de justo? ¿Cómo pasamos del arrogante y molesto niñito mimado, el preferido de papá, que se sentía superior a sus propios padres y hermanos, a ser realmente un justo respetado por la gente? ¿Fue esto cuando se negó a conceder los deseos de la esposa de Potifar? ¿Al reconocer a D’s como revelador del misterio del sueño del faraón y no a su propio mérito? ¿Al salvar a Egipto de la hambruna? En lo personal, creo que el título de “hatzadik” se le concede en el momento en que teniendo todo el poder de Egipto en sus manos, pudiendo haber optado por la venganza para con sus hermanos, Yosef fue capaz de abstenerse de la revancha y evalúa a sus hermanos para ver si seguían siendo los mismos que lo arrojaron al pozo o si estaban dispuestos a apoyarse y protegerse, concediendoles el grano que necesitaban y finalmente reencontrarse con ellos. 

Por lo demás, quién conoce nuestras tefilot, habrá notado una pequeña brajá después de barjú de shajarit, donde reconocemos a D’s como “osé shalom uboré et hakol”, quien hace la paz y creador de todo, incluído el mal. En la próxima parashá de Vaigash, veremos como ocurre finalmente la revelación de Yosef ante sus hermanos, y que en ese preciso instante donde es evidente que ya los ha perdonado, Yosef declara “Ahora, no se preocupen por haberme vendido. Fue para salvar sus vidas que D’s me envió antes que ustedes”. Desde el punto de vista de la jasidut clásica, este es el gran momento en que Yosef será reconocido como “el justo” al reconocer la presencia de D’s incluso en las dificultades y en los sufrimientos.

Sea cual haya sido el momento en que Yosef pasa a ser conocido como tzadik, hay algo que si se hace claro para nosotros, que en las palabras del salmista declaramos: “¡Cuan bueno y agradable es que los hermanos se sienten juntos!”. Seamos pues, capaces de reconocernos como hermanos y reconocer que incluso en las disputas entre hermanos, se encuentra la justicia misericordiosa de la presencia divina en aquellos que nos acompañan.

Shabat Shalom umeboraj.

Daniel Aarón Cuper S.

Seminarista Bet Jai