PARASHAT KORAJ

30 junio, 2022

EL LÍDER COMO SERVIDOR

“Has ido muy lejos! Toda la comunidad es santa, cada uno de ellos, y el Señor está con ellos. Por qué se han puesto por encima de la asamblea del Señor?” Num. 16:3

Así dijo Kóraj a Moisés. Y Kóraj tenía un punto a favor. En el núcleo de su desafío está la idea de la igualdad. Esa ciertamente es una idea judía ¿No fue idea de Thomas Jefferson en su momento más bíblico cuando escribió , en la Declaración de Independencia (De los Estados Unidos), que “Sostenemos estas verdades como autoevidentes, que todos los hombres son creados iguales”?

Por supuesto Kóraj no lo decía en serio. Él declara oponerse  a toda institución de liderazgo, y al mismo tiempo desea ser el líder. “Todos son iguales, pero algunos son más iguales que otros” es el séptimo mandato en La granja de los animales de George Orwell, su crítica a la Rusia de Stalin. Pero ¿y si Kóraj lo hubiese dicho en serio? ¿Y si hubiese sido sincero?

Hay, frente a este argumento, una lógica para lo que dice. ¿Acaso D’s no llamó a Israel a convertirse en “un reino de sacerdotes y una nación santa”, o sea un reino donde cada uno de sus miembros sea sacerdote, una nación donde cada uno de sus ciudadanos sea santo? ¿Por qué entonces tiene que haber un cuadro de sacerdotes y un Sumo Sacerdote?

¿Acaso el héroe militar no dijo, en la era de los Jueces, “No gobernaré por sobre ustedes, ni mi hijo gobernará sobre ustedes. El Señor gobernará sobre ustedes” (Jueces 8:23)?

Por qué debe entonces haber un único líder vitalicio como Moisés en lugar de algo como ocurrió en los días de los Jueces, nominalmente figuras carismáticas que guiaron al pueblo a través de una crisis particular para luego regresar al anonimato, como Caleb y Pinjás hicieron durante la vida de Moisés? ¿Acaso la gente no necesitaba de otro líder que D’s mismo?

¿No advirtió Samuel al pueblo de los peligros de nombrar un rey?

“Él tomará a sus hijos y los hará servir con sus carros y caballos, y correrán frente a sus carros… Tomará lo mejor de vuestros campos y viñas y bosques de olivos… Cuando venga ese día, clamarán para quitarse al rey que han elegido, pero el Señor no les responderá en aquel día” 1 Sam. 8:11-18

Esta es la anticipación bíblica del famoso comentario de Lord Acton de que todo poder tiende a corromper. ¿Por qué entonces darle a alguien el poder de Moisés y Aarón del modo diferente en que lo detentaban?

El Midrash Tanjuma, citado por Rashi, contiene un brillante comentario sobre el reclamo de Kóraj. Dice que Kóraj reunió a sus co-conspiradores y le envió un desafío a Moisés en forma de una pregunta halájica:

Los vistió con capas hechas completamente de lana azul. Vinieron y se pusieron de pie ante Moisés y le preguntaron, “¿Una capa hecha completamente de color azul, requiere tzitzit, o está excenta?” Él respondió, “Requiere tzitzit.” Comenzaron a reírse de él [diciendo], “¿Es posible que una capa de un material [de un color] distinto, un hilo de lana azul la exime [de la obligación de tejelet], y que esta, que es completamente azul, no se exime por sí misma?” Tanjuma, Kóraj 4; Rashi  Num. 16:1

Lo que hace brillante este comentarios son dos cosas. La primera establece una conexión entre el episodio de Kóraj y el pasaje inmediatamente previo, la ley de tzitzit al final de la parashá de la semana anterior. Ese es el punto superficial. El profundo es que el Midrash hábilmente muestra cómo Kóraj desafió la base del liderazgo de Moshé y Aarón. Los Israelitas eran “todos santos; y D’s está entre ellos.” Ellos eran como una capa, en la cual cada hilo era azul. Y sí como una capa azul no necesita otro hilo azul para hacerse más azul, del mismo modo un pueblo santo no necesita gente extra santa como Moisés y Aarón para hacerse más santa. La idea de jerarquía de liderazgo en “un reino de sacerdotes y una nación santa” es una contradicción en términos. Cada quien es como un sacerdote. Todos son santos. Todos son iguales en dignidad ante D’s. La jerarquía no tiene lugar en tal nación.

¿Qué es lo que Kóraj entendió mal? La respuesta está en la segunda mitad de su desafío: “Por qué entonces se han puesto por encima de la asamblea del Señor?” El error de Kóraj fue ver el liderazgo en términos de status. Un líder es uno en un lugar más alto que el resto: el macho alfa, el perro grande, el controlador, director, dominador, aquel ante la gente se postra, el que gobierna, el que comanda, el superior, aquel al cual los otros ceden. Eso es lo que los líderes son en las sociedades jerarquizadas. Eso es lo que Kóraj trataba de decir al clamar que Aarón y Moisés estaban haciendo al decir que “se ponían ellos mismos por encima” de la gente.

Pero eso no es el liderazgo en la Torá, y ya hemos tenido muchas pistas al respecto. De Moisés dice que:

“Él era un hombre muy humilde, más humilde que nadie sobre la faz de la tierra” Num. 12:3

Sobre Aarón y los sacerdotes, en su capacidad como aquellos que  bendecían al pueblo, dice:

“Para que ellos pongan Mi nombre sobre los Israelitas, y Yo los bendeciré” Num. 6:27

En otras palabras los profetas fueron meros vehículos a través de los cuales la Divina fuerza fluía. Ni los sacerdotes ni los profetas tenían poder personal o autoridad. Eran transmisores de una palabra que no les pertenecía. El profeta hablaba la palabra de D’s por el momento. El sacerdote hablaba la palabra de D’s de D’s para todo el tiempo. Pero ninguno era autor de la palabra. Ese es el motivo por el cual la humildad no era un accidente de sus personalidades sino que una esencia de su rol.

Incluso la menor pista de que estuvieran ejerciendo su propia autoridad, hablando sus propias palabras o haciendo su propia voluntad, inmediatamente se les invalidaba. Eso, de hecho, es lo que selló la suerte de Moisés y luego Aarón, cuando la gente se quejó y les dijeron,

“Escuchen, rebeldes ¿acaso debemos traerles agua de esta roca?” Num. 20:10

Hay muchas interpretaciones de que salió mal en aquella ocasión pero una, innegablemente, es que se atribuyeron la acción a sí mismos en lugar de D’s (Ver a Jizkuni).

Incluso un rey en la ley judía – el puesto más cercano al status – se le ordena ser humilde. El debe llevar un rollo de la Torá con él y leerlo todos los días de su vida,

“Para que aprendan a reverenciar al Señor su D’s y seguir cuidadosamente todas las palabras de esta ley y estos decretos y no considerarse mejor que sus hermanos Israelitas” Deut. 17:19-20 (ver Maimonides, Hiljot Melajim, 2:6)

En el Judaísmo el liderazgo no es cosa de status sino que función. Un líder no es aquel que se comporta como más alto que aquellos a los que lidera. Eso, en el Judaísmo, es un fracaso moral y no una marca de altura. La ausencia de jerarquía no significa ausencia de liderazgo. Una orquesta necesita un director. Una puesta en escena necesita un director. Un equipo necesita un capitán.

Un líder no necesita ser mejor músico, actor o jugador que aquellos a los que lidera. Su rol es diferente. Él debe coordinar, dar estructura y forma un esfuerzo común, asegurarse de que todos sigan el mismo diálogo, que viajen en la misma dirección, actuar como un ensamblador en lugar de una “prima donna” (italiano para “primera dama”, en inglés alguien que se autoconsidera muy bueno para ciertas tareas y de dignidad muy elevada). Debe tener una visión y comunicarla. En ocasiones debe imponer disciplina. Sin liderazgo incluso la más brillante gama de talentos producirá no música, sino que ruido. Esto no es ajeno en la vida Judía ni entonces ni ahora.

“En aquellos días no había rey en Israel. Cada quien hacía lo que le parecía bien a sus propios ojos” Jueces 17: 6, 21:25

Eso es lo que ocurre cuando no hay liderazgo.

La Torá, el Tanaj en su totalidad, tiene maravillosas, memorables formas de explicar esto. El gran honor de Moisés es que es llamado “eved HaShem”, “el siervo de D’s”. Se le llama así, una vez al morir (Deut. 34:5), y no menos de dieciocho veces en el Tanaj completo. La única otra persona a la que se le entregó tal título fue a Yehoshua, dos veces. En el Judaísmo, un líder es un servidor y liderar es servir. Cualquier otra cosa no es liderazgo del modo que lo entiende el Judaísmo.

Ved que todos somos servidores de D’s. La Torá lo dice:

“Para Mi los Israelitas son servidores; son Mis sirvientes a quienes Yo saqué de Egipto”  Lev. 25:55

Entonces no es como que Moisés fuera un ser distinto de lo que todos estamos llamados a ser. Es que él fue el epítome de ello a ultranza. Mientras menos hay de ego en aquel que sirve a D’s, más hay de D’s. Moisés era el supremo ejemplo del principio de Rabí Yojanán, en que “Donde encuentres humildad, ahí encontrarás grandeza”.

Es una de las más tristes características del Judaísmo que tendamos a olvidar que muchas de las ideas grandiosas apropiadas por otros, son de hecho nuestras. Eso ocurre con “liderazgo servil”, la frase y teoría asociada a Robert K. Greenleaf (1904-1990).

Greenleaf mismo lo extrajo de una novela de Hermann Hesse con tonalidades Budistas, y de hecho el concepto Judío es diferente de el suyo. Greenleaf sostuvo que el líder es el servidor de aquellos a los que lidera. En el Judaísmo un líder es el servidor de D’s, no de la gente; pero tampoco es el amo de aquellos a los que lidera. Solo D’s lo Es. Tampoco se encuentra por encima de ellos: Él y ellos son iguales. Él es simplemente su Maestro, guía, abogado y defensor. Su tarea es recordarles sin fin de su vocación e inspirarlos a perseverar en ella.

En el Judaísmo el liderazgo no es cosa de popularidad:

“Si un estudioso es amado por la gente de su pueblo, no es porque sea un dotado, sino porque falló en reprenderlos sobre los temas de los cielos” Ketubot 105b

Ni es un líder aquel ansioso por hacer ese trabajo. Casi sin excepción los grandes líderes del Tanaj eran reacios a cubrirse con el manto del liderazgo. Rabán Gamliel lo resumió cuando le dijo a dos sabios que deseaba ponerlos en un cargo:

“¿Se imaginan que les estoy ofreciendo gobierno? Yo les ofrezco avdut, la oportunidad de servir” Horayot 10a-b

Eso, entonces, fue el error de Kóraj. Él pensó que los líderes eran aquellos que se ponían a sí mismos por encima de la congregación. Estaba en lo correcto al decir que ello no tenía lugar en el Judaísmo. Todos estamos llamados a ser servidores de D’s. El liderazgo no se trata de status sino que función. Sin tzitzit, una capa azul es solo una capa, no una vestimenta santa. Sin liderazgo, el pueblo Judío es solamente un pueblo, un grupo étnico, no una nación santa. Y sin recordatorios de que somos una nación santa ¿quién lo será y por qué?

¡Shabat Shalom!

Rabino Jonathan Sacks, Z.L.