Parashat Balak

7 julio, 2017

Parashat Balak | Palabras y profetas Adonai Sfatai tiftaj, ufi iagid teilateja – D´s, abre mis labios para que mi boca relate Tu Alabanza Balak, rey de moab, tenía miedo del pueblo de Israel por todas las victorias militares que había conseguido el pueblo tal como se relatan en la Parashat Jukat. Manda a llamar a Bilam ben Peor para que maldiga a este pueblo (porque aquel que tu bendices, bendito es, y aquel que tu maldices, maldito es. Bamidbar 22:6). Al parecer Bilam consulta con D´s que debe hacer, y D´s le dice que no puede maldecir al pueblo de Israel ya que bendito es. Finalmente Bilam es convencido por los emisarios de Balak de ir junto a ellos, pero D´s le advierte que vaya mas solo podrá decir lo que Él le ordene decir. Bilam, ahora junto a Balak, le ordena que prepare siete altares y allí ofrecen sacrificios, luego Bilam escucha nuevamente la palabra del Eterno y se la trasmite a Balak. Balak se enoja porque en vez de maldecir a Israel Bilam “los ha llenado de bendiciones” (23:11). Bilam volvió a insistir que solo lo que el D´s le diga, él podrá decir. Balak, ofuscado, le dice que quizás desde otro lugar, desde otro monte va a poder maldecir al pueblo. Bilam lo acompaña. Pero lo mismo volvió a ocurrir en este segundo sitio. Bilam solo bendecía. Obtuso seguía Balak que le pide a Bilam que desde otro monte intente maldecir nuevamente al pueblo de Israel. Y esta vez Bilam no consulta con D´s sino que ve pasar al pueblo de Israel y al mirarlos dice: Cuan hermosas son tus tiendas, oh Iaakov, y tus moradas, oh Israel (Ma Tovu Oaleja Iaakov, Mishkenoteja Israel. 24:5). Balak se dio por vencido, envió a su casa a Bilam y el pueblo de Israel siguió su camino. De manera resumida esto es lo que ocurre en nuestra parasha. A diferencia de las secciones anteriores donde no había un solo tema, sino que se mezclaban conflictos, con quejas y discusiones entre el pueblo de Israel, Moshe y D´s, esta parasha tiene un solo leit motive. Quizás haga falta una parasha entera para enseñarnos un solo mensaje. Esta parasha nos habla sobre la palabra y los profetas. Sobre maldiciones y bendiciones. Balak, rey de Moab, se da cuenta que no puede vencer al pueblo de Israel en el campo de batalla, ya que ve que sus vecinos han acabado en una derrota. Intenta derrotar al pueblo de Israel en su propio terreno, en el terreno espiritual, en el terreno Divino. Busca en Bilam el opuesto de Moshe. Bilam tenía como capacidad especial el poder del habla, mientras que Moshe, como todos sabemos, tenía dificultades en el habla (algunos exegetas dicen que era tartamudo). Pero es a través de la palabra que Balak quiere derrotar al pueblo de Israel. Pero en este terreno también pierde. Porque al parecer la palabra no es libre. La palabra no es libre de la voluntad Divina.

Bilam, el centro de esta parasha, es un profeta. El don de los profetas es la palabra. Etimológicamente profeta es “quien habla en nombre de”, o “quien dice con anticipo”. Estas dos acepciones son aplicables a los neviim (profetas) que aparecen a lo largo del Tanaj. Es importante marcar alguna de las características de este profeta. Bilam es según la tradición de Israel (Talmud. Baba Batra 15b) uno de los siete profetas que no pertenecen al pueblo de Israel. Al parecer Bilam se comporta honradamente en nuestra parasha pero aún así los sabios talmúdicos son muy duros con Bilam y con su decisión de acompañar a Balak. Con gran respeto a nuestros sabios, yo creo, con respecto a esta parasha que Bilam se comportó correctamente y demostró ser un profeta con todas las letras. Hay otra característica que me llama la atención de Bilam, es un profeta pero no lo sabe todo. Demuestra que los profetas no deben saberlo todo. “Jatati Ki Lo Iadati”, peque porque no sabía dice Bilam. Y como enseña el Rab Gustavo Suraski: Sólo el hombre torpe puede creer que no saber es un pecado; el hombre sabio cuando reconoce su ignorancia y la verbaliza, toma consciencia de su finitud y reconoce la existencia de D´s. Bilam nos enseña que la ignorancia no es un pecado, pero que la tergiversación de la palabra e ir en contra de la voluntad Divina sí lo es. Bilam nos enseña que es mejor callar que inventar. Así enseñan nuestros maestros “Lamed Leshonja Lomar Eini Iodea, Shema Titbade VeTeajez”. “Enséñale a tu lengua a decir ‘No sé’,
no sea que seas presa de tu engaño” (Talmud Berajot 4a). Muchas veces por arrogancia o por vergüenza de nuestra ignorancia inventamos lo que no sabemos, buscamos respuestas que no nos convencen para convencer a otros. La tradición de Israel nos comanda a aprender a decir “no sé”. A saber que no hay respuestas para todo, en todo momento y en todo lugar.

Que a veces mejor es callar que hablar. Como se dijo cierta vez: solo habla cuando sepas que lo que vas a decir es mejor que el silencio. Quiero remarcar la última característica de Bilam como profeta, y de los profetas en general. La palabra de D´s no se negocia. No podemos, o mejor dicho, no deberíamos tratar de ir en contra de la voluntad Divina. Balak le tardo tres oportunidades, tres bendiciones hacia el pueblo de Israel, para que se diera cuenta cual era la voluntad Divina. La tradición bíblica y rabínica intentó en reiteradas oportunidades aclararnos la diferencia entre un verdadero profeta y un falso profeta. El falso profeta era aquel que decía que la derecha era la izquierda, y la izquierda la derecha, el que agregaba o abolía algo de la Ley Divina, aquel que no advertía la palabra del Eterno sino que hablaba por los propios intereses. Aquel que utilizaba su don de la palabra para el negocio, aquel que se vendía al mejor postor, aquel que decía lo que los otros querían escuchar. El verdadero profeta eran aquellos, como Bilam, que solo obedecían lo que D´s le decía. Aquellos que remaban contra la corriente, aquellos que eran acusados pero que aun así
mantenían en pie sus palabras. Aquellos que no dejaban que sus palabras se las lleve el viento. La tradición judía no cree en los oráculos, la palabra del profeta no está predeterminada a cumplirse, la posibilidad de cambio siempre está presente. Los profetas solo son intermediarios de la palabra de D´s. Los profetas buscan que sus palabras no sean cumplidas. Así lo quiere Iona cuando intenta que Nínive cambie para que D´s no destruya la ciudad, o así lo quiere Irmiahu, que el pueblo de Israel recapacite para que Ierushalaim no sea destruida. Con Malají se terminaron los profetas. Ahora quedamos los hombres frente a D´s. Ahora estamos nosotros frente a la Tora y sus setenta significados buscando descifrar que es lo que D´s busca de Su pueblo, y de cada uno de nosotros en forma particular. Quiera D´s que nuestras palabras digan siempre lo que nuestra conciencia nos mande y que nuestras palabras intenten emular la palabra de D´s. Quiera D´s que aprendamos de nuestros profetas el valor de la palabra, a no vendernos por razones mezquinas. Quiera D´s que nuestras palabras puedan ser consecuentes con nuestras acciones.
Shabat Shalom u Mevoraj