Parashat Lej Leja

29 octubre, 2020

Parashat Lej Leja – Rabino Iehuda Gitelman

“Dijo Ad`onai a Abram: Vete de tu país y de tu lugar natal y de la casa de tu padre, a la tierra que habré de mostrarte”.

Estas palabras se encuentran entre las más importantes en la historia de la humanidad, no solo dando origen a lo que hoy llamamos judaísmo, como también fue la inspiración de otras dos religiones, el cristianismo y el islamismo.

Cuando éramos niños, nos enteramos de que él era una persona que, cuando todavía era joven, rompió los ídolos en la casa de su padre. Pero este es un midrash, una tradición, inferida de insinuaciones en el texto bíblico más que de una declaración explícita.

Él no es, como Noaj, el único superviviente de un mundo a ser destruido. Él no es, como Moshé, un legislador y un libertador. Él no es, como los profetas, un hombre que pasa su vida confrontando reyes o luchando con sus contemporáneos.

Sabemos que el judaísmo no tiene héroes como lo hicieron los griegos y otras culturas, y Abraham es el paradigma de un héroe no heroico.

En las palabras del Rabino Jonathan Sacks “Si tuviéramos que definir el judaísmo en términos abrahámicos, sería el heroísmo de la vida ordinaria el estar dispuesto a vivir según las convicciones, aunque todo el mundo piense lo contrario, siendo fiel al llamado de la eternidad, no al ruido del presente”.

Lo que nos lleva a la frase clave, las primeras palabras de Dios para Abraham: Lej Leja. ¿Hay en estas dos palabras un indicio de lo que estaba por venir? ¿Por qué Dios se revela justo a Abraham? ¿Por qué lo hace de forma espontánea? ¿Qué hizo Abraham?

Rashi, explica diciendo que estas palabras, esta nueva jornada eran para el beneficio de Abraham, “allí te haré una gran nación; aquí no tendrás el mérito de tener hijos”.

El Maharal de Praga nos enseña que el propósito de Dios al elegir Abraham, no es solo con Abraham el pacto y si con las futuras generaciones. No es solo una elección general como también eterna. No importaba si la descendencia de Abraham era justa o no. No importaba si el propio Abraham era una persona justa o no. Por eso no nos presentan a Abraham, porque él estaba conectado con el todo y en particular con las futuras generaciones.

Sin embargo, hay otra interpretación: «Vete solo». Solo una persona dispuesta a permanecer sola, singular y única puede adorar al Dios que está solo, singular y único. Solo uno capaz de dejar atrás las fuentes naturales de la identidad puede encontrarse con Dios que está por encima y más allá de la naturaleza. Dios quería que Abraham y sus hijos fueran un vivo ejemplo de lo que es servir al Dios de la libertad, en libertad, por el bien de la libertad.

Ser hijo de Abraham es tener el coraje de ser diferente, desafiar a los ídolos de la época, cualesquiera que sean, es construir una sociedad que cuidara a los desamparados, a la viuda, a los huérfanos y a los extraños, es luchar por la paz.

En el mundo del individualismo actual, significa saber que no somos lo que poseemos y si lo que compartimos, lo que damos, lo que hacemos, convocándonos a transformar este mundo en un mundo mejor.

Shabat Shalom!