PARASHAT BEHAR
20 mayo, 2022
PARASHAT BEHAR
¿Qué es lo que ocurre cuando las instrucciones de la Torá están en conflicto con otras, particularmente dentro de la misma mitzvá?
La mitzvá del año de shmitá sirve como un excelente ejemplo de este conflicto. Cuando la shmitá aparece al inicio de nuestra parashá, se refiere a ella como Shabat. El texto obliga “vi’shavta ha’aretz Shabbat la-Hashem” (וְשָׁבְתָ֣ה הָאָ֔רֶץ שַׁבָּ֖ת לַהשם): “La tierra tendrá un shabat para Dios”. Del mismo modo en que nosotros trabajamos seis días y descansamos en el séptimo, así mismo se nos dice que debemos trabajar la tierra por seis años y darle un descanso en el séptimo. Nos abstenemos de plantar y cosechar, de modo que no solo nosotros, sino que la tierra misma pueda guardar ese año de Shabat.
En contraste, en Shemot, la palabra que encontramos con referencia a este año no es la de “Shabat”, sino que “Shmitá”, leyendo: “Pero en el séptimo año dejarás vacante a la tierra (tishmetena) y la dejarás libre, para que los pobres de tu pueblo puedan comer” (Éxodo 23:11). La instrucción aquí es soltar el control de la tierra y permitir al pobre comer de lo que produzca, una idea que es completamente ausente en nuestra parasha, con un enfoque en Shabat.
Encontramos el mismo énfasis en “shmitá” y el pobre en Devarim. La Torá ahí agrega otra dimensión al año de Shmitá: la anulación de préstamos. La palabra clave aquí es también la de Shmitá: “Al transcurso de cada siete años habrás de liberar (Shmitá). Y este es el modo de liberar: Cada acreedor que le preste a su prójimo deberá liberar…porque es llamada liberación del Señor”.
El propósito del año sabático es permitir que la tierra descanse. El propósito de la Shmitá es la preocupación por el pobre. Más aún: Es crear un mundo, una vez cada siete años, en el cual no hay jerarquía de patrimonios. Nadie le debe a nadie más nada de dinero, nadie es dueño de la tierra, y todos comen de lo que produzca libremente la tierra de forma ecuánime.
Ambas son hermosas ideas, y reflejan temáticas diferentes que la gente asocia hoy con la Shmitá. Para algunos, es un año de enfoque en nuestra relación con la tierra, lo que significa dejar de trabajarla, en reflexionar lo que significa que la tierra sea de Dios, y preguntarnos qué lecciones podemos aprender a partir de esto que podamos aplicar a los otros seis años del ciclo. Alternativamente, es un año sabático, el cual los Israelíes llaman shnat shabatón. Es un año para detener nuestras actividades normales y dedicarnos a Dios y los propósitos más elevados.
Otros, en contraste, se enfocan en el mensaje de la justicia social. Es un año que seña la inequidad de patrimonio, que nos presenta con una sociedad ideal que debe tener un impacto en moldear nuestra sociedad real, vivida por otros seis años.
Estos dos conceptos son muy poderosos, pero cuando reflexionemos en ellos, nos daremos cuenta de que en realidad compiten entre sí. Después de todo, si no trabajas la tierra, el pobre no tendrá mucha producción para comer. Si la preocupación fuese solamente los pobres, la Torá nos habría dicho que debemos trabajar la tierra junto con el pobre y compartir equitativamente su producción con ellos. ¡Shabat estropea Shmitá!
Los rabinos reconocen este conflicto- El Talmud (Julín 7a) declara que cuando los Judíos entraron a la tierra en tiempos de Ezra, intencionalmente no santificaron algunas porciones de la tierra. ¿Por qué? Para que el año de Shmitá no fuese aplicado ahí y los pobres pudieran sobrevivir de los diezmos y espigueos en los años que no fueran de Shmitá al ser trabajada la tierra. En otras palabras ¡Los pobres están mejor sin Shmitá!
Esta enseñanza claramente reconoce estos dos valores de la Torá – Shabat y Shmitá – entran en colisión entre si. Y la solución es mantener ambos. Un Shabat será observado en la mayoría de la tierra, y los valores de la Shmitá (Sin la práctica de la Shmitá misma) se observaría en el resto.
Mucho más tarde, en los años previos a la fundación del estado de Israel, Rav Kook enfrentó un desafío similar ¿Cómo se habría de guardar la Shmitá ahora en la tierra de Israel? ¿Cómo podría sobrevivir ahora la gente si no se trabaja la tierra y cosechando su producción? En respuesta a este desafío, propuso tres posibles soluciones: 1. Reconocer la santidad de la tierra, y aceptar que no hay solución posible; 2. Declarar que actualmente la tierra no tiene santidad y la Shmitá no se aplica; o 3. Declarar que la tierra tiene santidad, pero que esta puede ser temporalmente removida a través de la venta temporal a un no judío.
De estas tres opciones, él dijo que uno debe elegir la tercera. La primera no es una solución para nada, y la segunda es un completo rechazo de la santidad de la Shmitá (Y la tierra misma). Solo la tercera reconoce la santidad del año, y ofrece un camino, al mismo tiempo, de proveer a los pobres.
La Shmitá nos presenta un desafío. ¿Nos enfocamos en las partes más “religiosas” de su concepto o en la parte que se enfoca en la sociedad la gente? La respuesta, por supuesto, es ambas. Aun si estos valores puedan estar en conflicto, es nuestra responsabilidad abrazarlos y encontrar una vía en que podamos actualizarlos a ambos en nuestra observancia de la Shmitá y nuestras vidas.
Este es el modo en que los rabinos siempre han trabajado. Cuando hay un conflicto entre dos valores, ellos no permiten el más “religioso” de los aspectos de la mitzvá arrasar con aquellos aspectos que demandan nuestra atención a las necesidades de nuestros semejantes. Ambas son partes igualmente importantes de nuestras obligaciones religiosas, y en ocasiones estamos llamados a encontrar una solución creativa para asegurar que nuestros semejantes sean salvaguardados, preservados y acogidos. Es nuestro deber atender a ese llamado.
¡Shabat Shalom!
Rabino Dov Linzer